Prometí que escribiría el blog, y debo hacerlo, incluso si es con retraso. Y supongo que esto hará que cuente todas mis experiencias hasta el momento de forma resumida. Tampoco he podido conectarme todos los días. Pero a partir de ahora, intentaré mantener el blog al día.
El viaje
Lo más importante a la hora de viajar, pensará la gente, es el tiempo que pasas en el destino, desde que llegas hasta que te vas. Pero, sin embargo, el viaje en sí es también una gran aventura y, sobre todo, una forma de conocer a un montón de gente. Gente de todas las partes del mundo, si haces viajes a gran escala. Y yo, en mi viaje de ida a Japón, conocí a un montón de gente interesante. El vuelo no era directo: salía de Barajas a Dubai, donde tenía que esperar unas tres horas hasta coger el siguiente avión, que me llevaría directamente hasta Osaka. En Barajas me despedí de mi familia, apenado, porque iba a echarlos de menos, emocionado, porque mi sueño estaba a punto de hacerse realidad, y también asustado por el mismo motivo. Todo parecía demasiado real (lo parecía y lo era), y yo aún no podía creérmelo. Pasé los controles y me puse a buscar mi puerta, para sentarme delante y esperar hasta poder embarcar. Y eso hice.
Mientras esperaba sentado en la puerta, conocí a un hombre muy interesante. Era un fotógrafo italiano que había viajado por todo el mundo, y que llevaba viviendo en España muchos años. Y además hablaba un montón de idiomas (por lo que lo admiro), y me contó muchos de sus viajes. Iba de camino a Shanghái, a tomar fotos. Por supuesto, también había estado en Japón, y en Osaka, y me estuvo hablando mucho del país, del calor que hace aquí (y lo verifico), de lo amable que es la gente (esto también), y demás cosas. Consiguió que me relajase bastante, porque estaba atacado de los nervios. Así, tras un buen rato de charla llegó la hora de embarcar y tuvimos que separarnos, aunque me buscó dentro del avión y seguimos charlando un rato, y además me dio su tarjeta (aún tengo pendiente enviarle un email para informarle de lo bien que me va en Japón).
En los aviones normalmente ponen el aire acondicionado muy alto, así que tuve que ponerme la chaqueta (¡recordad llevar la chaqueta siempre a mano cuando vayáis a montaros en un avión!). Cuando llegamos a Dubai, tuvimos que bajar del avión, y salir al exterior. Era más de la una de la madrugada, y aun así estábamos ¡¡a más de 32ºC!! Y yo con la sudadera. Por poco muero.
Como el avión que cogimos en Madrid se retrasó un poco, la espera en Dubai fue aún menor. El aeropuerto estaba llenísimo de gente, y me perdí unas cuantas veces... No sabía muy bien por dónde tenía que ir, y cuando por fin encontré la puerta de embarque, decidí ir al baño y volví a perderme (ya hay que ser torpe). Todo estaba lleno de japoneses, y empecé a sentirme más y más cerca de mi sueño.
En el avión me tocó en la última fila, al lado de unos cuantos japoneses, que me acompañaron durante todo el viaje, y se portaron muy bien conmigo. Fueron muy simpáticos y me ayudaron a rellenar todos los papeles para poder entrar al país.
El viaje
Lo más importante a la hora de viajar, pensará la gente, es el tiempo que pasas en el destino, desde que llegas hasta que te vas. Pero, sin embargo, el viaje en sí es también una gran aventura y, sobre todo, una forma de conocer a un montón de gente. Gente de todas las partes del mundo, si haces viajes a gran escala. Y yo, en mi viaje de ida a Japón, conocí a un montón de gente interesante. El vuelo no era directo: salía de Barajas a Dubai, donde tenía que esperar unas tres horas hasta coger el siguiente avión, que me llevaría directamente hasta Osaka. En Barajas me despedí de mi familia, apenado, porque iba a echarlos de menos, emocionado, porque mi sueño estaba a punto de hacerse realidad, y también asustado por el mismo motivo. Todo parecía demasiado real (lo parecía y lo era), y yo aún no podía creérmelo. Pasé los controles y me puse a buscar mi puerta, para sentarme delante y esperar hasta poder embarcar. Y eso hice.
Mientras esperaba sentado en la puerta, conocí a un hombre muy interesante. Era un fotógrafo italiano que había viajado por todo el mundo, y que llevaba viviendo en España muchos años. Y además hablaba un montón de idiomas (por lo que lo admiro), y me contó muchos de sus viajes. Iba de camino a Shanghái, a tomar fotos. Por supuesto, también había estado en Japón, y en Osaka, y me estuvo hablando mucho del país, del calor que hace aquí (y lo verifico), de lo amable que es la gente (esto también), y demás cosas. Consiguió que me relajase bastante, porque estaba atacado de los nervios. Así, tras un buen rato de charla llegó la hora de embarcar y tuvimos que separarnos, aunque me buscó dentro del avión y seguimos charlando un rato, y además me dio su tarjeta (aún tengo pendiente enviarle un email para informarle de lo bien que me va en Japón).
En los aviones normalmente ponen el aire acondicionado muy alto, así que tuve que ponerme la chaqueta (¡recordad llevar la chaqueta siempre a mano cuando vayáis a montaros en un avión!). Cuando llegamos a Dubai, tuvimos que bajar del avión, y salir al exterior. Era más de la una de la madrugada, y aun así estábamos ¡¡a más de 32ºC!! Y yo con la sudadera. Por poco muero.
Como el avión que cogimos en Madrid se retrasó un poco, la espera en Dubai fue aún menor. El aeropuerto estaba llenísimo de gente, y me perdí unas cuantas veces... No sabía muy bien por dónde tenía que ir, y cuando por fin encontré la puerta de embarque, decidí ir al baño y volví a perderme (ya hay que ser torpe). Todo estaba lleno de japoneses, y empecé a sentirme más y más cerca de mi sueño.
En el avión me tocó en la última fila, al lado de unos cuantos japoneses, que me acompañaron durante todo el viaje, y se portaron muy bien conmigo. Fueron muy simpáticos y me ayudaron a rellenar todos los papeles para poder entrar al país.
松枝さんと一緒に(^▽^)ノ
También me ayudaron a pasar la aduana. Había llevado un jamón buenísimo para la familia, pero me lo quitaron en la aduana (¡maldita sea!). Pero por lo demás no hubo ningún problema.
Y, finalmente, me encontré con Yuri, que estaba esperándome en el aeropuerto con su padre para llevarme a su casa, y a partir de aquí comienzan mis aventuras en el país nipón~.
También me ayudaron a pasar la aduana. Había llevado un jamón buenísimo para la familia, pero me lo quitaron en la aduana (¡maldita sea!). Pero por lo demás no hubo ningún problema.
Y, finalmente, me encontré con Yuri, que estaba esperándome en el aeropuerto con su padre para llevarme a su casa, y a partir de aquí comienzan mis aventuras en el país nipón~.