Páginas

domingo, 8 de mayo de 2011

Página IV 第4ページ - Algunas reflexiones sobre la traducción

5月8日2011年

Estos días he estado leyéndome Traducción y Traductología de Amparo Hurtado Albir (aún me queda bastante para acabar), pero al estar comenzando en la traducción y ser el primer libro que leo sobre ella, esto me está haciendo reflexionar bastante sobre la profesión.
Hoy quiero comentar, y dar mi opinión (la opinión que poseo ahora, comenzando la carrera y habiendo leído una parte del libro de Hurtado Albir), sobre un aspecto que considero vital y muy importante en las traducciones, sobre todo cuando se trata de 'textos' que proceden de culturas muy ajenas a la nuestra: la dicotomía de "acercar el autor al lector" o, al contrario, "dejar que el lector sea quien vaya en busca del autor".
Hay muchos autores que han debatido respecto a esto, como por ejemplo Venuti: "la originalidad de la traducción reside en su propio ocultamiento" (Venuti, 1992: 4). Es cierto que una traducción tiene que ser natural, y que cuando el lector la lea, escuche, etc., le suene como si fuese un texto original en su propia lengua. Pero para eso... ¿Es necesario llevar la cultura origen a la cultura meta? ¿No es mejor dejar que los lectores, o receptores vayan en busca de esa cultura, y que así de paso aprendan un poco de esta?
Quiero poner un ejemplo muy sencillo, y que para mucha gente puede resultar chocante. Un ejemplo de un anime muy conocido por todo el mundo, Pokémon, y en el que se tradujeron algunos elementos relacionados con la cultura nipona de un modo muy extraño. En algunos capítulos aparecían onigiri (お握り), que por si alguien no sabe lo que son, son bolitas de arroz, con algún relleno y normalmente cubiertas de algas nori, un plato muy típico en Japón. Estoy seguro de que a mucha gente le sonará tras ver esta imagen:

Pues bien, es normal que en occidente mucha gente no sepa lo que es un onigiri, y los traductores, pensando en esto, decidieron llamarlos donut. Es una forma de acercar la cultura japonesa a la occidental, si bien un onigiri y un donut no se parecen en nada. De hecho, ahí lo chocante era ver una bola blanca con algo negro a lo que llamaban donut. Seguía siendo raro, y, desde mi punto de vista, no arreglaba nada. Al contrario: solo confundía a los niños que lo veían y les haría tener un concepto equivocado del onigiri.



Por supuesto, en la versión española también lo llamaban donut, porque supongo que lo tradujeron directamente del inglés.
Ahora yo digo... ¿tan malo es dejar una palabra extranjera tal cual? Quiero decir, si hubiesen dejado onigiri, o como mucho lo hubiesen llamado 'bola de arroz', ¿habría sido algo tan catastrófico? Aunque lo llamen donut, los niños siguen sin saber qué clase de donut es esa (¡porque no lo es!). Estamos en un proceso de globalización cada vez mayor, y este tipo de cosas, el cubrir una cultura lejana a la nuestra, no ayuda. Yo creo que sería idóneo dejar este tipo de cosas como en la versión original, es más, dejando el nombre que realmente tiene esa realidad y no cambiárselo. Así la gente sabría que eso se llama onigiri, y algunos curiosos lo buscarían en internet para informarse sobre qué es exactamente. De este modo, estaríamos acercándonos un poco más a la cultura nipona, ¡que no tiene nada de malo!
Otro anime que me gustaría poner de ejemplo es Doraemon. Recuerdo que cuando empecé a verlo de pequeño, Doraemon solía comerse unos dulces redondos a los que llamaba pastelitos, y más adelante acabó llamando por su propio nombre, dorayaki (どら焼き). ¡Y ahora todo el mundo conoce la palabra dorayaki! Y me parece bien que dejasen el nombre de ese dulce tal cual, porque es como realmente se llama, y está bien que la gente conozca cosas de culturas ajenas. Aunque sí que es cierto, que casi nadie sabe lo que es realmente un dorayaki (y menos con la campaña de Bollycao Dokyo), ya que todo el mundo piensa que es un bollo relleno de chocolate, y así es como nos lo venden, cuando en realidad no es así. Pero sinceramente, creo que eso es mejor que pensar que un onigiri es un donut.



Y bueno, con este anuncio al menos hay un intento de acercar la cultura japonesa a la nuestra, y es algo que me parece positivo (aunque un dorayaki en realidad esté relleno de una pasta de judías rojas dulces, llamada anko (餡子), y por lo tanto el anuncio no es más que un engaño). Pero... ¿sería realmente un engaño? ¿O sería una forma de traducir la cultura japonesa a la nuestra, una vez más? Transformando algo que es típico de allí, el anko (algo ajeno a nosotros), a nuestra cultura, donde sin duda, el chocolate es uno de los dulces más importantes. Pero sin embargo, lo venden como un dulce exótico, japonés, para llamar la atención de la gente.
Por último, quiero poner otro ejemplo de este mismo anime, Doraemon, donde en un principio traducían los yenes por pesetas, aunque al final acabaron llamándolos yenes, dejándolo como una traducción exotizada, lo cual me parece óptimo. Porque en realidad, al espectador del programa no le cuesta tanto imaginarse que la serie sucede en Japón (de hecho, por las imágenes hay un montón de cosas que no cuadran con la cultura española, así que... ¿por qué traducir unas cosas y otras no?). En estos casos, yo creo que lo mejor es dejar que el lector, telespectador, receptor de la traducción vaya en busca del autor, cultura origen, y empaparse un poco de esta, aprendiendo así que no estamos solos en el mundo, y que hay grandes diferencias entre unos países y otros, que en otros sitios existen elementos diferentes, como el onigiri o el dorayaki...
Y bueno, ¡gracias a todos por leer! Quiero repetirlo: esto es solo una reflexión que he tenido recordando viejas series de TV, y leyendo el libro de Hurtado Albir. Porque ahora cada vez que veo un anime, serie o película, me paro a pensar en cómo se han traducido las cosas, y en cómo podría yo traducirlas cuando esté trabajando como traductor. Y la verdad, ¡es algo que realmente me apasiona!

No hay comentarios:

Publicar un comentario